domingo, 2 de mayo de 2010

Bar Rocco

Relatos de cerveza-ficción de esta noche. Como pocas veces en algo de tiempo mientras estando en esta ciudad, esta noche estuvo manchada de sorpresas gratas y non-gratas, aunque por la droga que traía encima, Mdma, la gran mayoría de todo lo sucedido fue grato para los sentidos, especialmente las muchachas fresas del Bar Rocco, calle Reforma, frente al antro de moda, Karma, siendo este bar un espacio cuadrado con dos niveles a los costados, una barra en el fondo, con los baños a los lados, el de hombres a la izquierda, viendolo de frente, y el de las mujeres a la derecha, donde también estaba la máquina registradora, la cual estaba atendiendo una morra llamada Xóchitl, de piel morena, que despachaba a ritmo constante y bueno los pedidos de alcohol que le hacian llegar los meseros de corbata negra, con sus plumas rayando sin parar los cuadernos de recibos tipo bloq de notas periodísticas.

Llegó a saludarme una vieja amiga, mucho más guapa de lo que la recordaba, y me saludó tocándome el brazo bastante, acción que noté y comenzé a tocarla de vuelta en el brazo izquierdo con mi mano derecha y a su cadera, con la misma mano. Nunca se separó, pero me despedí de ella mucho más rápido de lo que deví de haberlo hecho—mis amigos se iban del bar y corría el riesgo de perderlos a ellos y perderme entre los aburridos amigos de mi amiga. Deví de haberle dicho Te ves muy bonita hoy. Con su cinturita envuelta en una blusa gris obscuro y suave como la seda, a travez de la cual pude sentir, casi como sin no tuviera ropa, su piel y su contorno.