domingo, 2 de mayo de 2010

Reflexion 2 de abril 28

La ciudades de noche y en coche tienen desde la ventana una nostalgia trágica que núnca deja de sorprenderme a la puerta de las obscuridades que salen por debajo de las alcantarillas junto con las mujeres muebles y las taquerias abiertas 24 horas con señores borrachos que pierden su vida disfrutando una botella de alcohol etílico y te piden cigarrillos en la línea internacional que divide a un país sorprendentemente rico con otro sorprendente pobre.

La asquerosidad de la soledad urbana no deja de presetarse en mis pupilas de lentes oxidados y escarchados de cocaina y pastillas hechas para calmar ancias de gente ezquisofrénica como la que se junta en los hoteles de paso donde trasvestis cobran 300 pesos por una hora de sueño efímero que te regresan vomitando verde y sangrando rojo de la naríz por tanta porquería que has logrado meterte a la cabeza y al cerebro directamente y a causa de una gran piedra blanca sudamericana.

Los puentes en las noches y las calles solitarias con sólo un transeunte peatón vagabundo que busca su cobijo nocturno entre callejones y esquinas abandonadas en los centros comerciales de las ciudades tercermundistas a punto de haber sufrido terremotos y señales de un dios injusto que todo lo hacer ver negro y gris cuando el blanco y los colores se han marchado a otra parte mucho más parecida a una niñez que nunca existió por ser todos uno hijos de la calle y de la chingada.

Mis verdades pueden ser probadas y comprobadas tan pronto como vengas a visitarme con una botela de vino o de whiskey a mi departamento de callejón en esta ciudad desierta de actividades y repleta de pistolas y pistoleros que al tener un cañón en la mano creen que el mundo gira alrededor de ellos y amenazan gritando todas sus mentiras en las esquinas de congales cuando una mujer los deja plantados o cuando un amigo se les va y los deja solos.

Yo necesito un cambio de locación urgentemente antes de que todo esto me coma y me convierta una vez más en todo lo que odio ser y parecer: muerto viviente en una ciudad medio viva y medio muerta que pasa sus días viendo a los soles y a las lunas deambular con botellas de alcohol barato y cerveza mala que lava cerebros para que con el sólo precio la gente piense que entre más barato esté el alcohol más bueno va a saber.

Las muertes llegan a veces tambien de dos por día y de reprente te ves enroscado en funerales ajenos aunque sean de familiares que nunca conociste y que por alguna razón más allá de la que puedes comprender siguen llendo a rendir pésames y abrazos a las magdalenas que lloran sin parar al lado del ataúd que no se mueve y nunca má se volverá a mover.

Estamos llenos de pobres por las calles y a todas horas del día, de la noche, del atardecer y de la madrugada. Todos ellos desvestidos de sus pasados y a la vez con una carga emocional que ya han olvidado para asi dar paso a la vivienda animal que es vivir en la calle día a día como pobre y vagabundo, como vagabundo pobre.